![]() |
Te estoy esperando
Saturnino conduce un Toyota negro 2015, acelera más y más; piensa y solo siente como heridas que se habren y una sensacion de persecusion que lo desazona. “Aún no es tiempo” En cada acelerada como si una brasa ardiente se le enterrara; le urge borrar pensamientos, como las imágenes de edificios desapareciendo sin volverlos a ver. Acelera, acelera y acelera, más por volar que por ir más rápido; a toda costa rehúsa que su terror lo detenga y que inevitablemente le gangrene la existencia. El aire conspira, le hace arder más las brasas de la desesperación. Un desasosiego que por primera vez lo hace arremeter; él que ni bala, ni emboscada lo intimidaron; siempre, la perspicacia lo defendió riéndose a los fallidos intentos por llevarlo a la justicia. La muerte es él. Nació sin piedad. Si lo saludaras sin conocerlo, no lo contaría; Pero, ahora, respira como desahuciado. “Aún no es tiempo” Mejor ir lejos, muy lejos. Sus pensamientos y las calles se vuelven gritos de tantos que no vio cerrar los ojos pero si sangrar. Lo menos que podía hacer es pisar hasta el fondo el acelerador para no enfrentarse con lo único que lo pudo hacer huir. Una voz sepulcral lo despertó hoy, todo empezó a darle vuelta en 360 grados. Desde que la voz le jaló las cobijas sintió que su daga ya no le daba más poder. Se convirtió en su doble. Si él fuera el de antes de la voz, la risa le hubiera causado como cuando lo hizo de los que creen en presagios del sueño. “En el 2022?, pura brujería de la gente. Aún no es tiempo” se decía mientras pasaba de una intersección a otra y de un terror a otro. Discordante acelera como si la velocidad partiera en un antes y un después y en cada momento revivirse. Pero la angustia le pone de nuevo como película sin fin un relato que oyó. Ahora él escuchó una voz y despertó como hueco profundo, como si los reflejos belicosos de la ventana, los ruidos chillones de puertas abriéndose, fueran cuchillos enterrándose en su espalda y los que mató estaban ahí lanzándolos con sed de venganza sin dejar de llamarlo. -Todo es embuste- dice queriendo ir más rápido -son historias de imbéciles- Recuerda que en un bar, aquí en los Ángeles Manuel contó la muerte de su tío Valente. La narración de aquel suceso iba de tragos a los detalles. En la mesa del bar, los presentes espantados agregaban historias similares de conocidos y familiares que recibieron avisos. La cosa es que el tío de Valente tenía varias semanas enfermo y múltiples viajes de emergencia al hospital, lo cual entristecía a toda la familia que hacía lo imposible para alargar su vida. Manuel, pasó varios meses pensando que iba a visitarlo; por aquello de que pronto lo podían enterrar y no quería cargar con ese clavo. “Mi tío estaba profundamente dormido- Continúa Manuel ganándose la atención del grupo atónito- Clarito oyó su nombre, en la oreja derecha, era sepulcral que podría decir casi lo despeinò con el susurro. Despertó y su corazón parecía pollo cuando le cortan la cabeza- Manuel también agregó como su tío Valente duró mucho tiempo espantado pensando quien podría haberle llamado. _" Me hablan los hijos que no reconocí?" decía su tío Valente desde la combustión de la angustia. Hay penas que se anclan sin saber el origen. Lo triste para toda la familia fue que disfrutaron poco la extensión de la existencia del tío Valente "A mi me pase; aqui tengo su guardadito" decía Saturnino mientras mostraba su daga llena de historias; "Le echó llave a todo y a ver, aqui le damos su bienvenida" dijo Saturnino; todos con carcajadas brindaron como si creyeran o no, tragándose cualquier contradicción para Saturnino. Aquellas risas grotescas se mezclaban en un cóctel de música y luces y se iban al fondo de sus miradas perdidas. No es el caso ahora, Saturnino, huye omitiendo semáforos en rojo. Por primera vez siente dolor enterrándose a dentro.
-Son inventos de mentecatos” Lo que oí fue el eco de mis sueños. Me arde adentro, ni siquiera cuando maté a mi amigo Pedro... No hubo intención, las copas nos ganaron y el vino me endiabló. Además, Pedro se lo gano, ¡No me hubieras ofendido! Mi daga se le fue como hiena; el que se burla de mí, tiene su guardadito en el panteón… Pero ya hace muchísimos años. Pensar que es tormento por Pedro; hubiera oido muchas voces. Solo una me esta haciendo correr. Pero la voz fue muy clarita cuando dormía recargado a mi lado izquierdo. “Saturnino, Saturnino.” Cuando la voz pronunció mi nombre, así como un moribundo, desperté y me quedé tieso. Mi corazón no ha dejado de brincar. ¿Pero a mí? nada me quiebra. Pero, no debo desbocarme.. más lejos mejor... Eso me pasa oír las historias de gusanos-
Saturnino se sacude la cabeza como para aplastar los pensamientos; obliga la atención en la velocidad para empatar el horizonte, pero su concentración se desliza. Los edificios pasan como velas de precesión. En su cabeza los transeúntes se transforman en su amigo Pedro pidiendo aire y respuestas. Su sangre ahora es unas manos elásticas apretando el cuello de Saturnino “¿Por qué a mi, Saturnino?”
–No fue la voz de Pedro- El acelera más para no sentirse frío. Esto incluye, no creer en las historias cucarachas en el bar. Acelera, se pasa la mano por la cara como para borrar de su memoria el brote de la sangre de Pedro y la historia del tío Valente. Acelera, los árboles, luces, edificios cada vez los distingue menos. Pero Saturnino no baja la velocidad hasta llegar… a donde sea, para no encontrarse con el terror de haber oído su nombre, es como sentir disparos de su propia sombra directos a su corazón, o con el puño, apretar el corazón para deshechizarlo. Lo mejor es no seguir echándose tierra. Acelera, acelera,
En un cruce cerrado, no alcanza a ver otro semáforo en rojo. Trata con todas sus fuerzas no impactar otro carro en sentido contrario; pero se volca y termina hecho nudos en el edificio con barras metálicas. Intenta salir por la ventana hecha nudos, herido se mueve despacio y el dolor y el miedo profundo se le mezclan al punto que hace un zumbido como remolino y termina en una voz que se le vuelve elegible “Saturnino, Saturnino…” moribundo abre sus ojos fríos como zombi y ve una figura blanca y alta con túnica negra acercándose sin prisa “Saturnino, por fin llegaste. Te ando buscando. Anda, vámonos…!” en su esfuerzo por anclarse a la vida, vio, se vio, siguiendo aquella figura como si él fuera humo de hielo. La muerte le enumeraba sus deudas. Esta vez no era historia de bar, ni de ningún tío, la muerte lo lleva de la mano, como cuando él lleva su daga lista a matar y lentamente los ojos se le cierran, como se cierra un ataúd.
La voz que oyó llamarlo y la figura ahora se llevan su vida. El en su último suspiro murmura “Aún no es ti… em…” y su daga se desploma, de tajo.
Video de la Obra de teatro haga click en el titulo para verla
Teatro 3 Culturas en la escuela San Fernando Middle School in San Fernando CA. 2002